El otro día, a consecuencia de la falta de diálogo que nos acosaba a una amiga y a mí a raíz de nuestras diferencias políticas, decidimos juntarnos a conversar. Sabíamos que el debate era necesario, pero nuestros modos son muy distintos: mientras ella habla a los gritos pero de manera correcta, yo intento no gritar (obviamente termino gritando igual que ella) pero no puedo evitar las chicanas políticas. Hay lugares y circunstancias que nos obligan a actuar con cierto respeto a las opiniones ajenas, pero hay veces, cuando no se discute con el fin de llegar a un acuerdo, sino que se discute un voto en la facultad, por ejemplo, en que las chicanas son un arma indispensable. Y es que para mí no hay mucha ciencia detrás: aunque me llamen intolerante, lo cierto es que cuando no veo posibilidad de acuerdo, en lugar de frustrarme por las incoherencias del otro, directamente tiendo a no tomarlo en serio (es difícil tomar en serio a alguien que se dice de izquierda pero vota, marcha y se opone a los mismos procesos revolucionarios a los que se opone la derecha, pero en fin!). La cuestión es que discutiendo con esta amiga, que se dice nacional y popular, pero que para mí tiene una clara raíz trostkista, llegamos a la siguiente conclusión: nunca podremos estar de acuerdo, puesto que todas nuestras diferencias tenían como base una premisa para el peronismo ya probada, para el zurdaje, falsa: el cambio se da hacia adentro. Como peronista, hemos visto en la historia que: el proceso que más alcance ha tenido a nivel territorial, y que más profundamente ha reformado el estado de cosas en favor de los obreros y las clases populares, avanzando hacia la revolución, ha sido el peronismo. De los partidos políticos existentes, además del radicalismo, el peronismo es el único con capacidad de tomar el poder, por ende, una reforma hacia adentro es lo que nos permitirá transformar el poder mismo, y el estado de cosas. Disputar poder al margen de los procesos políticos y de los reclamos populares, no es disputarlo realmente.
En algún momento del debate, yo hablé de las reformas estructurales que se hacían desde el kirchnerismo. Ella me decía que las distintas medidas tomadas eran momentáneas y cortoplacistas, que no generaban cambios en las instituciones o su funcionamiento. Por ser kirchnerista, no puedo más que sorprenderme ante las declaraciones de esta índole. En fin, siguiendo con la historia, le plantee el caso del traspaso de mando de las fuerzas de seguridad a la Ministra de Defensa Nilda Garré, y le explicaba que esto no era un mero cambio de nombres en un papel, sino que el mismo pemitiría hacer modificaciones estructurales: desde la permanecia del personal (ya voló la cabeza del superintendente de Seguridad Metropolitana de la Policía Federal, Hugo César Lompizano, responsable de las 53 comisarías porteñas), hasta el funcionamiento de las comisarías y de los operativos. En su momento, yo puse como ejemplo los cambios que se estaban planificando a nivel nacional para el combate del narcotráfico y la trata de personas, temas sensibles y donde se necesitan modificaciones estructurales. Ella me dijo que quedaría todo ahí, y que no se haría nada al respecto. Además de haberse avanzado con las purgas, ahora tenemos ya en trámite, y explicitado, el protocolo que debe cumplirse en manifestaciones sociales por las fuerzas de seguridad. Un logro que nadie exigió, por ende es de exclusiva iniciativa e intención del gobierno, progresista y estructural. En lugar de felicitar una medida de estas características, la gorila progresía capitalina se detiene hablar de la supuestamente afectada libertad de expresión del grupo Clarín.
Los cambios propuestos son:
1. la intervención de las fuerzas policiales será progresiva, comenzando por el diálogo con los organizadores de la protesta. La negociación con los organizadores no podrá estar en manos de quien conduzca el procedimiento operativo policial;
2. los poderes ejecutivos deberán designar a un funcionario político responsable de coordinar todas las acciones;
3. se establecerá claramente la prohibición de portar armas de fuego a todo el personal policial que pudiera tener contacto directo con los manifestantes, quedando prohibido el uso de pistolas lanzagases;
4. las postas de goma sólo podrán usarse para fines defensivos. No podrán participar en los operativos los policías que se encuentren bajo investigación por casos anteriores de uso excesivo de la fuerza;
5.Deberá existir una capacitación previa del personal que intervenga;
6. todo el personal policial debe estar identificado y esa identificación debe verse claramente sobre el uniforme. Todo el personal que intervenga será previamente individualizado y se registrarán el armamento, la munición, los vehículos, los equipos y los aparatos de telefonía celular;
7. Se establecerán con claridad los canales de comunicación de las fuerzas policiales y se registrarán esas comunicaciones.
8. en las manifestaciones previstas tendrán que establecerse barreras (vallas) para salvar la integridad de los manifestantes y evitar que haya terceras personas perjudicadas;
9. se prohíbe la utilización de vehículos no identificados;
10. todos los detenidos deberán ser transportados en patrulleros o vehículos específicos;
11. los efectivos policiales deberán garantizar la libre cobertura de los medios de prensa y queda prohibido impedir la toma de fotografías, imágenes o testimonios.
Lo que aquí se nombra, creo yo, ha quedado poco analizado en los medios de comunicación. Quizás porque se ve en el marco de algo más amplio y se diluye su importancia, quizás por intereses políticos adversos, quizás porque no sea algo que dé alto raiting. Pero lo que me cuesta más entender es cómo los partidos de la progresía no entienden que están parados en lugar equivocado al agredir a un gobierno que se pone al frente con semejante innovación en materia de protesta social. Citando una nota de Raúl Kollman publicada en Página12 el día de ayer: "El espíritu general del texto es “la voluntad de no reprimir la protesta social, garantizar la libertad de expresión y atender a las causas de los conflictos por vías políticas y no violentas de entendimiento”. Es por esto que felicito la decisión de la Ministra Garré, y considero que este es uno de los mejores ejemplos de la voluntad del Gobierno Nacional de avanzar en favor de los derechos de los argentinos y argentinas a expresarse y manifestarse como lo dice la Constitución.
En cuanto a mi conversación con mi amiga, mis predicciones (que el nombramiento de Garré permitiría avanzar en reformar el funcionamiento de las fuerzas) no sólo eran acertadas, sino que además tenemos ahora las pruebas de ello: los hechos. Los militantes trostkistas lo seguirán negando, y la derecha dirá que estamos en alguna cruzada personal. Los hechos hablan por sí solos y están al alcance de quien quiera verlos. Por supuesto, en la próxima conversación me explicará mi amiga que esto no es suficiente, y me saltará con algun otra cuestión en la que el kirchnerismo sigue demostrando su tinte burgués. Hay algo que me queda claro, más allá de cualquier argumento opositor: cuando ves donde están los enemigos, sabés donde pararte. Y mientras Duhalde, Rodriguez Saá, la Sociedad Rural, los monopolios, los sectores de golpistas de las Fuerzas Armadas, la Iglesia retrógrada representada con la sotana de Bergoglio, Macri, De Narváez, y demases estén en frente, yo puedo seguir orgullosamente diciendo que estoy del lado correcto de la historia.
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