La oposición está unida sólo en la mención que hacemos de ella. Lo cierto, es que hoy en día el kirchnerismo tiene más de una oposición, todas por derecha y por gorilas, pero distintas al final.
Pocos gobiernos (los dos primeros peronistas, el de Néstor Kirchner, y éste) han sabido poner a la oposición en tan grandes problemas. Y es que la derecha argentina, a diferencia de otras derechas, no es nacionalista. No tiene un plan de país, no tiene un proyecto. Y nunca lo tuvo. Vendida desde antes de nacer a los intereses imperialistas, lo único que le queda claro es de quién depende para su supervivencia.
Y en los desvaríos de los lacayos todos se escudan sobre la única excusa que puede no dejarlos en evidencia aún: si la Presidenta no define su candidatura, ¿porqué tendrían que hacerlo ellos? La respuesta no es objetiva, sino simplemente de opinión: Cristina, aún cuando falten meses para las elecciones, tiene un panorama claro de alianzas, enemigos, y herramientas con las que cuenta., mientras que la oposición no cuenta con nada de eso, ni siquiera con una aceptación social que le permita medir en las encuestas.
Lo cierto es que todos los partidos dependen de las definiciones de los otros, puesto que ni siquiera pueden cerrar a sus propios candidatos si no saben qué espacio van a representar. ¿Cómo podrían GEN y el Partido Socialista definir una alianza con la UCR sin saber si su candidato es Sanz, Alfonsín o Cobos (discusión aparentemente ya saldada)? ¿Y cómo definir sus propios candidatos si no saben si van con la UCR o con Proyecto Sur? ¿Y si la UCR se uniera con el Peronismo Federal, cómo quedaría el marco de alianzas? ¿Cómo define Pacheco Solanas si va por la Capital Federal o la presidencia, si no sabe si tiene que supeditar o no su candidatura a la de Binner?
Lo que queda claro es que hasta ahora e increíblemente, Macri tiene razón por primera vez en su vida: deben juntarse en una mesa y dialogar. Tarde han llegado, sin embargo. Ya a esta altura ningún espanto unirá a la oposición toda. Quizás a algún sector que, aún cuando lograra armar un proyecto común, no sería más que con fines electorales. Por más tiempo que haya pasado, los recuerdos del fracaso de la Alianza están frescos. El peronismo –y el yrigoyenismo antes- son los únicos movimientos que han logrado agrupar a diferentes sectores en pos de un proyecto, en apoyo a algo, y no contra algo, como dijera Cristina que sucede ahora nuevamente. Y ése es un capital que ningún opositor está pudiendo tener.
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