lunes, 7 de abril de 2008

EL PIQUETERO ES VIOLENTO

Roberto Caballero, edición del 27 de marzo de la revista Veintitrés:

“Veo a periodistas progres indignados por la ausencia policial en la zona de refriega y me deprimo, sinceramente. Se me caen los ídolos. De a uno. Veo a chicos de la Universidad de Belgrano ofendidos no tanto por las retenciones al agro como por las extensiones de Cristina. ¿Nadie se pregunta cómo sería el país sin las retenciones? Yo les cuento, si quieren. Con suerte el litro de leche saldría 6 pesos. Un kilo de tomate, 22. El asado, 30 o 40. El lomo, señora, 95 o 100. Una plantita de lechuga, 10.

No se entiende por qué la gente apoya algo que le daña el bolsillo. O mejor dicho, sí, por el odio. El odio del ´viva el cáncer´


Cuando no decir dice más. Si la razón de ser y de trabajar de un periodista es la búsqueda de la información para lograr comprender primero y explicar después cómo se sucedieron los acontecimientos y por qué ocurrieron de esa manera, no termina de entenderse –si se piensa desde la buena fe y la ética- por qué Página 12 fue el único medio interesado en saber cuáles fueron las circunstancias en las cuales tuvo lugar el enfrentamiento físico entre D´Elía y Grahan. Sólo este diario tomó testimonio a ambos. Allí pudo saberse que Grahan persiguió a D´Elía durante una cuadra mientras le gritaba “negro de mierda”, “servicio”. Los medios audiovisuales tomaron testimonio a Grahan y lo editaron junto a la voz de D´Elía cuando el lider de la FTV se refería a la “oligarquía”. Es decir que se construye un escenario en el cual se parte de la base de que toda persona relacionada con los movimientos de desocupados o “piqueteros” será violenta, por lo que su testimonio no es informativamente relevante. Lo importante, desde esa concepción ideológica, es saber qué fue lo que hizo que “en esta oportunidad nuevamente” el “piquetero actuara violentamente”, porque en esta lógica se descarta que así se comportará. Otro elemento que permitió que en el aire se mantuviera este trato discriminatorio –expreso o sutil- fue la falta de repreguntas por parte de los periodistas o la ausencia de comentarios sobre algunas cuestiones específicas:

- Un manifestante de Gualeguaychú habla de los piquetes de los trabajadores desocupados como “piquetes de negros villeros”. El movilero de CQC utiliza el mecanismo de la repregunta pero sólo para la ironía y el humor.

- La diputada Alarcón dijo en el programa de Santo Biasatti, “Otro tema” en TN de esta semana, que “la gente de campo se levanta muy temprano para trabajar” y en ningún momento el periodista y conductor propone que hay otros millones de personas que no viven en el campo y que también madrugan para ir a desempeñar actividades tanto o más valiosas como las de un productor. Alfredo Zaiat fue el único que puso esta arista en cuestión: en la edición del 29 de marzo escribió: “¿por qué un productor –el dueño del campo- que se levanta a las cuatro de la mañana y maneja un tractor hace más “patria” que un obrero urbano –dueño sólo de su fuerza de trabajo- que se despierta a esa misma hora, viaja incómodo a la fábrica y opera una máquina industrial?

- En TN la cronista no se preocupa en preguntarle a algún “manifestante” por qué corrieron a golpes a una joven en Caballito cuando ésta pretendió “manifestarse” a favor del gobierno con un cartel que llevaba la consigna escrita a mano “fuerza Cristina”.

- Sólo C5N se preocupó por preguntar y averiguar contra qué o a favor de qué se manifestaba un joven de saco y camisa celeste que terminó con la cabeza ensangrentada luego de ser golpeado. Los canales dieron por supuesto que se trataba de un “cacerolero” porque estaba “bien vestido”. A través de C5N pudo saberse que se trataba de un joven que trabajaba en una dependencia del Estado Nacional –y por eso su vestimenta-, que había salido a manifestarse a favor del gobierno y que había sido golpeado por una persona que estaba “a favor del campo”.

- No se le dedicó ni en TV, ni en radio, ni en los medios gráficos casi ninguna importancia a la persona que murió en la ambulancia que fue impedida de atravesar un piquete agrario.

- No hubo una sola repregunta cuando el presidente de CARBAP dijo el 1 de abril por la noche casi a modo de amenaza pública que “hemos cumplido nuestro objetivo: ya nos demostramos y le demostramos a la Argentina que estamos en condiciones de desabastecerlo”.

- No se le hizo ninguna repregunta al vicepresidente de la Sociedad Rural cuando indicó que el tipo de manifestación podía notarse en el “color de la piel” de quienes la protagonizaban.

- Otro dato significativo es que por estos días no aparecieron ni columnas de constitucionalistas, ni especialistas consultados a través de las cámaras –como sí ocurrió durante diferentes piquetes anteriores y de desocupados- que explicaran la “inconstitucionalidad de los cortes de ruta”.



Ya para estas horas se habían instalado algunas nociones que se mantuvieron en casi la totalidad de los medios gráficos y audiovisuales:

a) la noción de paro. Un paro es una huelga de trabajadores asalariados y lo que aquí estaba ocurriendo era un lockout patronal. Esta diferenciación no apareció en los medios audiovisuales hasta ya entrado en días el conflicto y de los medios gráficos sólo Página 12 lo presentó de de este modo desde un comienzo.

b) la noción de “medida de fuerza”, también en reemplazo de lockout patronal.

c) la idea de que los piqueteros eran aquellos que se acercaban a la Plaza de Mayo y que salían a defender al gobierno nacional “enviados” (dixit) por éste y que las personas que estaban cortando la ruta eran “manifestantes”. Por el absurdo podríamos decirlo de este modo: los “piqueteros” eran aquellos que no estaban cortando ni calles ni rutas y quienes cortaban rutas y calles no eran, en esta oportunidad, piqueteros. Comenzaba a pasarse –para los observadores atentos- del acontecimiento “potencialmente mediático” a los hechos “absolutamente mediatizados”.

Clarín utilizó un mecanismo similar al de La Nación. Tituló en su edición del 26 de marzo: “Cacerolazo tras el duro discurso de Cristina”. En el interior, el copete de la nota de la página 6 indica que “En todos los lugares arrancaron a las 20 convocados por mails y mensajes de texto” y dice en la nota “La convocatoria para marchar a la plaza de tu pueblo o ciudad´ se difundió en todo el país por Internet y mensajes de texto”. Sin embargo, en la nota de la página 7 se indica que las personas se agruparon “de manera espontánea en el Obelisco”. Crítica de la Argentina hizo lo propio: En la página 4 de la edición del jueves 27 de marzo Javier Romero indica en su nota que “Una cadena de mails y de mensajes de texto convocando a un cacerolazo después del discurso presidencial se habían filtrado a manos de K”. Sin embargo, en la página 2, en la nota cuyo título es “Los batata modelo 2008”, el copete dice que “Un cacerolazo espontáneo con movilización a Plaza de Mayo culminó como 24 horas antes”."







Qué increíble. Pareciera que nada hubiera cambiado desde los últimos 200 años. Pareciera que seguimos con dos clases antagónicas imposibilitadas de cambiar su condición de tales: la clase popular, y la clase alta. Sin embargo, se nota de lejos que no todos somos clase alta o baja, y que no son las clases populares las que se niegan a un diálogo. Hya una tercer clase: la clase media. Aquella que surgió hace tanto, está conformada por gran parte de los habitantes del territorio nacional. Entonces, ¿por qué su interés de manifestarse a favor de aquellos que cuidan su bolsillo por encima del bien del pueblo? ¿por defender a aquellos que se encargan de que las cosas no cambien, y de que los pobres se sumerjan cada vez más en su miseria de bastones, paco y persecusión ideológica? Creo en estos momentos que se debe a sus ganas de pertenecer. La clase media es la más proclive a sufrir cambios en su caracterización. Sus conformantes, pueden con un buen negocio, o con una crisis, pasar a conformar cualquiera de las otras dos clases. Pero éstas, más extremas, tienen que sufrir profundos cambios para poder cambiar su condición.

Clase Media

El quejarse contra todo sin proponer nada, el no estar de acuerdo con los planes sociales o los subsidios, el quejarse porque cuesta caro un mp3, cuando gran parte de la gente no tiene para comer, para mandar a sus hijos al colegio, o están acosados por el frío, el sida, violaciones a sus derechos, embarazos no deseados, es simplemente una manera de gritar a los cuatro vientos su deseo de volver a épocas siniestras. A una era donde se podía viajar por todo el mundo, conocer Estados Unidos, Europa, y desconocer la realidad que se encontraba fuera del calor de nuestros hogares, tocando nuestras puertas.
Las clases bajas han tenido que soportar su situación de tales, dominadas por un sistema de gobierno ajeno a los deberes de gobernar. Y ahora, cuando se intenta modificar ese sistema de a poco, sin un cambio brusco como la revolución, sin quitar a los ricos lo que a los ricos pertenece, claman aquellos que quieren seguir apoderándose de todo lo que esté a su alcance, y con el descaro de decir que lo hacen por el bien de la Nación.
¡Hemos errado el camino tantas veces! Seguimos perseguidos por la dicotomía que se nos presenta todo el tiempo: un país de todos para todos, o un país de todos para algunos. No sólo nuestra historia está marcada por constantes interrupciones a los mandatos constitucionales, sino que, además, está instalada en un camino plagado de curvas. De idas y vueltas entre gobiernos populares, autoritarios, progresistas y conservadores. A cada modelo le siguió al instante otro completamente opuesto, y bajo la creencia de que el enemigo no puede hacer nada bien, los gobernantes se la han pasado aniquilando los avances del pueblo y de la Nación. Sin embargo, y de vez en cuando, como pueblo hemos tenido nuestros progresos. Progresos que nos han costado 30000 desaparecidos y, que hasta el día de hoy, nos cuestan caro.
Se recriminó en su momento, y se recrimina ahora, a presidentes abocados al bien general (Illia) por su lentitud, a presidentes que han logrado para las masas populares vacaciones pagas, servicios médicos gratuitos, que han garantizado la educación universal y el avance de la industria nacional (Perón), porque iban en contra de los intereses de las clases dominantes. Clases que siempre han buscado el esclavismo, el empobrecimiento de la Nación a costa del pueblo (para un enriquecimiento de sus bolsillos), la destrucción de la educación, la privatización de los servicios básicos, y el encarecimiento de la subsistencia, siempre y cuando vinieran estos acompañados de un impulso para las industrias o los monopolios que manejaran. Y entre los manejos por la concientización o el embrutecimiento y acallamiento del pueblo, nos hemos deslizado entre el avance y el estancamiento.
Pareciera que ninguna clase cede en sus reclamos, pero a una la obligan a hacerlo, y a la otra no se la puede contener. Y de la mano de esto viene la constante victimización de las clase dirigente. Pero no me refiero a dirigente por hallarse en el poder. Porque también dirigen aquellos que, desde afuera y por debajo de la mesa, corrompen, amenazan y obligan a tomar uno u otro curso. ¿Con qué cara se proclaman víctimas y salen a las calles?
Otra cosa que no tolero y que, en mi opinión, es uno de los métodos más descaradamente usado, es el sometimiento de la sociedad mediante el miedo: el miedo al comunismo, el miedo al socialismo, el miedo a una Venezuela que representa un modelo a seguir, a una Cuba dictatorial que irónicamente mantiene a su pueblo alfabetizado y con acceso a servicios médicos de alta calidad. El miedo de oponerse a una potencia mundial que desde afuera maneja a su imperio con límites desconocidos, porque de esta manera quedamos apartados de los avances mundiales.
Son mentiras.
Son todas mentiras.
Y son mentiras que mueven al mundo.
Todo un real imaginario. Y más: un plan sistemático para destruir cualquier base de progreso en un país ajeno a los planes capitalistas y neoliberales que se han impuesto como única alternativa para el desarrollo nacional.
Desde siempre y para siempre me proclamo a favor del pueblo.
No creo en la violencia como salida. Pero eso vale cuando se puede luchar justamente. Mientras las clases altas sigan levantando sus armas contra su propio pueblo, mientras la violencia siga manifestándose no en un palo, sino en un nene descalzo y con pantalones cortos duermiendo en la calle, mientras los manejos políticos y las presiones económicas sigan condenando al pueblo a niveles desconocidos de pobreza, de analfabetismo, al no acceso a los servicios básicos, y a una discriminación que acecha desde las propias entrañas de nuestro supuesto nacionalismo, yo voy a comprender más, con cada día que pasa, que la violencia engendra violencia, y que a veces es necesario un estallido para que esto pare. Lamentablemente eso nos ha enseñado la historia: para bien o para mal, y desde ambos lados. Me gustaría que pacíficamente pudieran cambiarse las cosas. Pero mientras se siga violentando al pueblo, y acallándolo, y apaleándolo, cuando éste intente hablar, yo me voy a preocupar por gritarlo todo, y no de la manera que me parezca, sino del modo que encuentre.

Unidos somos fuertes
Organizados invencibles

¡VENCEREMOS!

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