miércoles, 13 de julio de 2011

ELECCIONES DEL DOMINGO

47%. Un número alto, un número que genera resquemores y sobre todo dudas. No dejo de reconocer al 28% obtenido por el Frente para la Victoria como una cifra más que victoriosa en comparación a años pasados. Que muestra una aceptación al kirchnerismo que ha crecido, en comparación al 2007, elecciones en que se presentara Cristina Fernández de Kirchner para Presidenta. Sin embargo, eso no puede bastar, ni conformarnos.
Escribir para decir que somos todos/as lindos/as y perfectos/as no tendría sentido. Por eso es interesante poder realizarnos una autocrítica. Al ponerme a escribir (con poco tiempo en general), descubrí que me había surgido un análisis que me gustaría postear, y dejar la autocrítica por ahora en mi cabeza y en debates internos, hasta encontrar cinco minutos más de tiempo libre en que pueda volcarla a este blog. Porque lo cierto es que hay muchas críticas a la campaña. Y sobre todo, a la confianza estúpida de que quien vota a Cristina vota a Filmus. Eso no fue así, ya lo planteaban las encuestas, y claramente no fue revertido por los afiches "porque estoy con Cristina estoy con Filmus". Las consignas de la campaña quedaron cortas y vacías. El discurso no llegó a una gran cantidad de electores, y lo cierto es que nuestro candidato no convoca al votante porteño, como no lo convocó en anteriores situaciones. Filmus midió un techo en Capital Federal. Sin embargo, estos son sólo unos punteos, que quedarán para desarrollo futuro.
Nosotros/as los/as militantes, tenemos más dificultades para entender estos resultados electorales. Por un lado, porque si quisiéramos entender al votante que dice elegir candidatos según valores, honestidad, y sus etc's, no tiene ningún sentido que voten a un Sr. Mauricio procesado. ¿En qué país eso es coherente? ¿Alguien elegiría para representarlo a un hombre que todavía tiene una causa judicial abierta? ¿En qué imaginario social un argumento es capaz de dejar de lado este simple hecho?
Por otro lado, porque para nosotros/as la lógica es histórica. No podemos percibir un hecho o una consecuencia como aislada. No podemos analizar la realidad, al kirchnerismo, a sus medidas, su importancia, si no lo analizamos en comparación con la historia. Sino comprendemos los cambios que ha generado, los nuevos paradigmas que ha instalado, sino lo contemplamos no sólo como un resurgimiento de la política, sino como la consecuencia directa del resurgimiento de las masas en la lucha por la reivindicación de sus derechos. El kirchnerismo pretende capitalizar y organizar las fuerzas dispersas que actuaron en franca revolución el 19 y 20 de diciembre de 2001. Porque esos instantes de desorden, de caos, deben poder dar surgimiento a un ordenamiento político que capitalice las victorias y pueda dar batalla completa a los opresores.
Como decía Perón: "(...) las otras tendencias solo viven y pueden obrar en el plano estrictamente político. Sus éxitos solo pueden ser éxitos políticos, sin la gravitación ni la permanencia del quehacer histórico. Y, por ser éxitos meramente políticos, su signo en el tiempo y en espacio, es la fugacidad. El quehacer políticos solo puede adquirir vivencia cuando tiene como sustento la línea histórica. En épocas de normalidad, es fácil confundir la importancia del hecho político que adquiere así falsamente categoría permanente, pero, existen períodos en la vida nacional, en los que está en juego su propio destino, en que el quehacer histórico es el dominante."* Él hablaba desde el exilio, a prácticamente un año de la autodenomianda Revolución Libertadora, queriendo demostrar que todo cuanto la "canalla" dictatorial lograra sería pasajero, pues los hechos nuevos que generara el peronismo tenían respaldo y justificación en la historia argentina.
Por eso digo que nuestros motivos son históricos. Nosotros comprendemos el kirchnerismo como único camino para la liberación. El mandato popular y las consecuencias de años de sometimiento nos obligan a elegir este camino. Y es incomprensible para nosotros/as que, tras tanto padecimiento del pueblo argentino, algunas personas vuelvan a votar por los mismo cipayos, por los mismos poderes económicos que, tras no encontrar mejores representantes políticos, ya directamente asumen en sus manos el poder, y así Mauricio Macri y Francisco De Narváez llegan a sus cargos. Hace 10 años la gente clamaba por sus ahorros, robados por los oligarcas, y los "vendepatria" que se salvaron a costa del pueblo. Que generaron el caos por unos pesos más que pudieran obtener, en el marco de políticas de destrucción del Estado, de represión, de flexibilidad laboral, y de aniquilamiento de todas las conquistas de los trabajadores. Ahora, el 50% de los/as que viven en Capital Federal, vuelve a votar esas mismas políticas.
Aquí es donde veo que con este discurso fallamos. La gente ya no recuerda el 2001. Ya no podemos comparar con el pasado y pretender que desde el análisis histórico surja la justificación de nuestra empresa. Obviamente no podemos obviarlo, pero este no alcanza. Es como hablarle a una masa que sufre de pérdida de memoria a corto plazo. Es la senilidad social que generaron los '90 y la dictadura. Podemos explicarle una y otra vez a la clase media porteña qué fue lo que causó su caída, que seguirán eligiendo lo mismo. Quizás sea que no les importa, quizás sea que no lo entienden. Ojo! No quiero decir que sean "tontos" ni nada parecido. No hablo de falta de capacidad intelectual, ni análisis individual de cada persona. No tiene que ver con degradarlos, sino con entender el funcionamiento de la "intelectualidad" porteña, de dónde viene esta senilidad social, y el análisis político que de ella surje.
Yo creo que es consecuencia del mundo globalizado y capitalista, de la producción en masa, donde lo que importa es el ahora porque el tiempo pasó a ser algo que "se pierde", y no algo que se invierte. En este sentido, tiendo a notar que los habitantes que se han expresado a favor del macrismo no comparan con el pasado, no pueden establecer paralelismos. El voto se basa en un análisis de su situación actual, desde una perspectiva individual y cortoplacista. Y hasta que el mismo modelo no entre en crisis, nadie siente obligación de cuestionar sus elecciones. Y, a su vez, al porteño en general no le importa qué va a pasar, porque al final todo es lo mismo. Ese fue el otro gran logro de la dictadura y el neoliberalismo, igualar todo. Conseguir que nada sea analizado en profundidad, que nada valga la pena ser evaluado, porque al fin y al cabo todos/as son iguales y, por ende, más vale malo conocido, que análisis político.
Considero que la cultura política que se deriva de este sistema económico obliga a la falta de análisis por falta de tiempo. Y a sí, se pierde la principal herramienta para el entendimiento de la realidad, que es el análisis histórico. Evidentemente falta para que podamos realmente recuperar para todos y todas la política, para que las personas dejen de ser espectadores y reasuman su rol activo, y hagan el mismo quiebre que hizo la clase obrera en los años de peronismo al reconocerse no sólo como factor de incidencia, sino como protagonista y sujeto de derechos, y dispute los lugares de poder. Recíen ahí podremos como pueblo definir nuestro propio destino, sin más cipayos, sin más empresarios individualistas que nos sometan, al mismo tiempo que instalan el discurso de que "así estamos mejor".
Perón dijo al pueblo, estando en el exilio: "Les he dado una organización, una doctrina y una mística. He trabajado once años para politizar las masas. Los he preparado para luchar contra la reacción y les he dejado el ejemplo de cómo se puede hacer para alcanzar las grandes reformas. Ahora les queda a ustedes no equivocarse en las formas de ejecución y tener la decisión necesaria para triunfar."*
Asique bien o mal, no queda otra que seguir luchando. Por suerte, a pesar de estas elecciones, tenemos en el país un rumbo claro, definido, le pese a quien le pese.
Vamos Cristina!!



* Fragmento de una carta escrita el 14/09/56 por el Gral. Juan Domingo Perón a John Isaac Cooke, padre de John William Cooke.
* Fragmento de una carta escrita el 03/11/56 por el Gral. Juan Domingo Perón a John William Cooke.

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