Si uno mira las últimas notas que se han publicado sobre el llamado "caso Schoklender", advierte que el monopolio está intentando instalar la siguiente idea: X ha hecho maniobras ilegales mediante Y...Y, el único beneficiado a raíz de las sumas de dinero que posee y las propiedades que ostenta, habría confirmado los "manejos turbios" de X.
Esto es, si el día de mañana, Ud. es estafado/a por un empleado, ése hombre será portador de la verdad para el monopolio, y tendrá razón en hacerlo/a a Ud. responsable de lo acontecido. Es extraño, puesto que yo al menos, esperaría un historia más bien así: el estafador Y, quien está siendo investigado por la Justicia, deslinda responsabilidades.
Pensémoslo de una manera más, por las dudas. Cuando el caso Schoklender sale a la luz, quedan dos damnificados directos: el Estado al que estafó, y la Fundación a la que perjudicó. ¿En qué momento un periodista podría invertir la carga de la culpa? La única respuesta que se me ocurre: cuando trabaja para Clarín.
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