martes, 3 de mayo de 2011

Otro ataque terrorista sacude al mundo.

El gobierno de EEUU autorizó a un grupo de tareas estadounidense a ingresar en territorio paquistaní (sin consentimiento de aquella Nación) y asesinar a Ben Laden, líder del grupo fundamentalista Al Qaida.
Según el Presidente de aquella Nación, a partir de ahora el mundo es un lugar más seguro. Yo me pregunto qué seguridad tienen los distintos países del globo, si ya no son respetadas ni siquiera sus fronteras. Si la cuestión de la seguridad nacional queda a discreción de gobiernos ajenos, extranjeros, y lejanos. ¿Qué seguridad queda, si los organismos como la ONU, que deben respetar la soberanía de cada Nación y la autodeterminación de los pueblos, autoriza las guerras imperialistas simulando preocuparse por los civiles que mueren durante aquellas guerras? ¿En qué mentalidad cabe que un primer ministro (Sarkozy) diga que va a iniciar una guerra para evitar un baño de sangre?
Estamos ante dos graves hechos que afectan al mundo. Por un lado, las ataques imperialistas salvajes que se siguen sucediendo para sostener las economías de los países “del primer mundo”. Mandatarios que tras la palabra “justicia” se dan el lujo de asesinar violando toda ley, toda democracia, toda soberanía. Por el otro, la impunidad que sigue habiendo cuando se trata de colonizar un territorio. Ahora, que queda mal hablar de esclavos o de conquista, se habla de defensa del mundo, pero en principio son las mismas cosas. Mientras que en el descubrimiento de América, por poner un ejemplo, había que defender a los “indios” de sí mismos, de su falta de fe católica, de su barbarie, hoy hay que defender a los pueblos de las dictaduras que los aquejan, y al mundo entero de los terroristas que lo amenazan. Pero lo cierto es que los dictadores y terroristas perseguidos lo único que amenazan son los intereses imperialistas.
Nadie puede arrogarse el derecho de definir qué es justo y qué no lo es, qué es violatorio de los derechos humanos y qué no. Para eso están las instituciones internacionales, que deberían tener la obligación de mediar en los conflictos a favor siempre de los pueblos afectados. Pero hoy en día, esas organizaciones, como la ONU, tienen la clara misión de servir a los intereses de las naciones poderosas, cumpliendo el objetivo verdadero para el que fueron creadas. Ya lo decía Cooke cuando se negó a firmar las Actas de Chapultepec y la Carta de las Naciones Unidas: “estas actas (...) tienden a crear un “sistema”, y entonces son muy importantes, porque es un “sistema” que reposa en un sofisma y lo que es peor, en un sofisma peligroso: el de la igualdad de los Estados.. Es sofisma, porque la igualdad jurídica tiene su contrafigura en la desigualdad material, que suele pesar más que aquella. (...) Acción práctica de solidaridad y efectivo respeto de las soberanías es lo que requieren los pueblos de América, y no sistemas moral-jurídico-declarativos respecto de los cuales tienen todo el derecho de ser recelosos, porque en los mismos la igualdad jurídica de los Estados se mantiene en el plano ideal frente a la desigualdad material”
Niego que el asesinato de Ben Laden haga del mundo un lugar más seguro, y rechazo los actos terroristas del imperio del Norte que se siguen sucediendo. La soberanía de las Naciones no puede ser violada bajo el pretexto de la seguridad mundial, mucho menos si el pretexto viene de parte de quienes constantemente socavan las democracias y la libre autodeterminación de los pueblos.

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